Kilómetros
aproximados: 95.
Al día siguiente cuando bajamos a
desayunar, no me podía creer el frío que hacía en el salón de desayunos (debe ser
una técnica para que te vayas pronto).
Tras el desayuno, cogimos maletas
rápidamente y al coche, salimos a las 9’30 más o menos, el termómetro del coche
en esos momentos marcaba 2 grados, y debía ser verdad, porque el coche estaba
congelado.
Fuimos directos a la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre (previamente habíamos comprado las entradas por internet),
dimos una vuelta por allí mientras esperábamos que se hicieran las 12 que era
la hora que comenzaba el espectáculo “Como bailan los caballos andaluces”.
El espectáculo fue el motivo principal
de ir a Jerez, ya que nunca lo habíamos visto, y la verdad es que si nunca has
visto un espectáculo de este tipo está muy bien. Las entradas nos costaron 25 €
a cada uno, ya que elegimos las de Preferencia, que son las filas 1 y 2 (a
nosotros nos tocó la fila 1); tienes que pasar por taquilla para canjearlas.
Luego una vez allí compramos la entrada
para ver el resto de lugares de la escuela, esta costó 6 € (algo caro para lo
que se ve).
Desde nuestras localidades se veía
genial, durante el descanso aproveche para salir a coger calorías tomando el
sol, ya que dentro el ambiente era bastante frío, y con lo friolera que soy yo
estaba hasta con guantes.
No hay fotos del espectáculo, porque
dentro está prohibido, y es prácticamente imposible, los empleados tienen
montado un sistema que se avisan de una parte a otra por señas, y pocos son los
que se les escapan.
El espectáculo con descanso incluido
duraría alrededor de 1’30 horas, luego fuimos al Museo del Enganche (incluido
en el precio de la entrada), que está en una calle de al lado, y nos fue un
poco lioso llegar porque estaban en obras. El museo está bastante bien, como su
nombre indica están los enganches, algunos carruajes, y también unas cuadras
donde puedes ver los caballos de cerca.
Después volvimos al coche, para ir al Hotel Itaca, pasamos y dejamos las
maletas, y enseguida nos dirigimos al parking que tienen concertado que se
encuentra muy cerquita, y que costaba 11 € al día; la calle del hotel era zona
azul.
Tras hacer el check-in fuimos a comer,
y como no vimos así rápidamente uno que nos gustara, fuimos a un Pizza Hut que
estaba muy cerquita, y que previamente habíamos localizado, por si no
encontrábamos alguno, y por si se nos hacía un poco tarde para comer.
Y después ya nos dedicamos a callejear
Jerez, comenzamos por un edificio muy famoso y muy emblemático “El Gallo Azul”.
Continuamos nuestro paseo hacia la Catedral y el Alcazar,
ambos estaban cerrados, y luego nos dedicamos a hacer tiempo, hasta que se
acercara la hora de la visita de las bodegas.
Elegimos las Bodegas “Tío Pepe” y la hora de visita las 18’30, para que nos
diera tiempo de ver la ciudad y no nos partiera la tarde. La vista con tapa son
16 € (con eso te dan al finalizar una tapita y 3 vinos). La reserva la hicimos
por internet en su página, allí tan solo te mandan un mail de confirmación, el
pago se realiza al recoger las entradas.
Pensábamos que íbamos a realizar la
visita solos con la guía, porque no oíamos a nadie más hablar español, pero
cuando llegó la hora aparecieron 2 guiris ya entrados en años que la iban a
hacer también en español.
La visita nos gustó mucho, primero te
suben en un trenecito y te llevan a un par de sitios y luego ya se continúa
andando, vas viendo un montón de almacenes y salas. Por cierto he de reconocer que es un logo que siempre me ha gustado mucho.
Los dos guiris (ya jubilados)
dominaban el español bastante bien, pero claro habían palabras que se les
escapaban, y entre la guía y nosotros intentábamos hacérsela entender; ya
sabéis que nuestro idioma tiene palabras que significan un montón de cosas, y
eso a ellos les lía. Fue sobre todo en la cata de vinos, al finalizar la
visita, cuando comenzamos a hablar con ellos, nos preguntaron de donde éramos
nosotros, ellos nos contaron que uno era de la Isla de Man y el otro de Southampton, que ya
habían venido no se cuantas veces a España; hablamos de fútbol. Y la verdad es
que eran muy agradables. Al despedirnos nos dijeron que al día siguiente se iban
a Cádiz, y nosotros les contestamos que vaya casualidad, que también íbamos a
Cádiz.
Tras la visita a las bodegas que
duraría alrededor de 2 horas, ya era hora de tomar unas tapas, elegimos el
famoso “Bar Juanito”, donde nos pedimos unos riñones al Jerez, que no estaban
mal, nuestra intención era quedarnos; pero llegaron unos guiris que llevaban
unos vinos de más, hablaban a gritos y tenían una actitud no muy amistosa, así
que decidimos irnos a otro.
Elegimos uno pequeñito que está al
fondo de la Plaza El
Arenal, durante la tarde habíamos pasado unas cuantas veces y siempre nos decían
algo, sin ser muy pesados; el local no era gran cosa, y dentro sólo habían gente
local, pero las tapas estaban buenísimas, y de precio muy bien.
Después paseando en pocos minutos
llegamos al hotel y a dormir.